Un día hace ya mucho tiempo, estaba haciendo mi vida normal, como cualquier persona normal, cuando de pronto, un extraño sentimiento invadió mi ser, no supe a ciencia cierta si era por culpa de un amor, el cual acababa de terminar, no el amor, sino la relación, o por algunos pequeños problemas que tenia con algún familiar, o por las numerosas tareas de la escuela, o por el trabajo, o que se yo, simplemente me sentí mal y en la penosa necesidad de tomar pluma y papel para plasmar algunas líneas literaria, nada grave, a medida que fue avanzando el tiempo, mi necesidad de escribir era cada vez mas frecuente, pensé que quizá estaba cayendo en depresión y decidí ir al médico, sin tener idea de el terrible mal que me aquejaba. Al llegar al consultorio, un lugar blanco y en orden, me senté en una pequeña silla, quizá el único elemento negro de aquel resplandeciente cuarto, pero en poco tiempo salio el doctor del consultorio y me hizo llamar, al estar ya frente a el, y a solas, me tendió una sonrisa y me hizo sentir relajado con algún pequeño chiste cotidiano típico de los buenos médicos, ya mas en confianza, le platique mi problema y de pronto se puso algo serio, aun que tratando de mantener su sonrisa, me hizo algunas preguntas de rutina y termino preguntando:
- Traes alguno de tus escritos?
Para ese entonces mi manía era tal que siempre los llevaba todos conmigo, así que respondí con un si y los saque para mostrárselos, a medida que iba leyéndolos se quedo asombrado y borro por completo la sonrisa, al cabo de unos instantes me pregunto con un tono serio:
- Dices que ya hace tiempo que escribes?
Le volví a responder con un si, pero hice notar, con un gesto, mi cara de incertidumbre y miedo, a lo que el formulo otra pregunta:
- En realidad consideras a veces que estas hecho de sueños?
Le explique que era solo una frese que había utilizado en un momento de iluminación prematura, pero que en ese momento consideraba que a eso se limitaba mi existencia,
para lo que el respondió bastante serio pero seguro de si mismo
- Ya veo, ya veo, te voy a confesar algo, al principio creí que era depresión y falta de atención, pero al leer lo que escribes y al revisar tu expediente creo que tienes algo mas grave, siento decirte que tienes el mal del poeta
Mi ser se estremeció y casi por instinto pregunte:
- Es grave?
- Me temo que si lo es- respondió el doctor con una expresión de angustia
- Y tiene cura? – Pregunte un tano desconcertado
- No, no la hay.
No supe que decir, estaba procesando la información y tratando de ver en que momento había sucedido todo, tras un instante de silencio le pregunte:
- Y cuales son los síntomas, o mi estado, estoy grave? – a lo que respondió
- Inicialmente creí que estabas apenas incubando el virus, pero al ir leyendo lo que escribes me doy cuenta que estas entrando a la etapa terminal – yo intentaba asimilar lo que escuchaba pero miles de preguntas se formulaban en mi cabeza y de pronto sentí la necesidad de escribir, el doctor ya con basta experiencia, anticipo mi movimiento y me tomo el brazo en el justo momento en que lo dirigía hacia una pluma y con la otra mano tomaba el cuadernillo de recetas medicas
- Contrólate – Me dijo con voz fuerte – No puedes curarte pero puedes luchar el mayor tiempo posible- me sentí desfallecer pero tome fuerza de mi interior, para lo que dije- Y que es lo que sigue?
- Mira ya comenzaste a hablar de cosas incoherentes como amor y desamor, les escribiste cartas a tus padres donde les dices cuanto los quieres y algunos escritos al azar acerca de amistad y esas cosas, a partir de ahora, ya no veras a las estrellas como lo que son, sino como paradas en el camino donde descansar de la rutina, un árbol ya no lo será mas, ahora será un amigo, al igual que los perros y los búhos, una lagrima se transformara en una tarde lluviosa y tu pluma será quien dibuje el camino a la libertad, me di cuanta que desde hacia tiempo portaba ya los síntomas pero había hecho caso omiso a las señales, un poco temeroso pregunte:
- Es contagioso- Preocupado por el estado de mis seres allegados, pero el medico me respondió,
- No, es un mal hereditario, alguien en tu familia lo ha padecido?
- Mis padres y mi padrino- respondí después de haber asimilado el hecho-
El doctor ya mas como confidente que como lo que es, me dijo:
- Te seré sincero, me gustaría decirte que un poeta, con los debidos cuidados puede llevar una vida normal, pero te mentiría si lo hiciera, te soy franco, comenzaras a escribir, ya no de lo que te aqueja, sino de lo que dicte tu imaginación y corazón, tienes que tener el mayor cuidado por que otras personas que tienen el mal, en ocasiones querrán desquitarse contigo, pero hay algo bueno, hay espacios en que las personas que tienen el mismo mal que tu, cuentan sus experiencias y se dan ánimos unos a los otros, si lo deseas te puedo contactar con algunos muy buenos- Ay! las falsas ilusiones de los médicos frente a los enfermos terminales- Mas por cortesía que por otra cosa le dije que si, entonces el tomo su pluma y su cuaderno de recetas, el cual estaba muy cerca de mi, iba a comenzar a escribir, dudo un poco, después levanto la mirada para verme a los ojos temiendo que le arrebatara la pluma y el cuadernillo, y volvió a lo suyo, escribió varias paginas de Internet, algunos blogs y el nombre de varios libros que le parecían interesante y que el mismo había revisado, y lo seguía haciendo, desde que había hecho su tesis acerca de la enfermedad, tome la hoja e intente pagar la consulta, pero se negó, regresando la sonrisa a su posición original y volviendo a su habitual buen humor, me despedí con un apretón de manos, algo temeroso de que la enfermedad fuera contagiosa, pero al ver su firmeza me di cuenta que no lo era, le di las gracias, me levante de la silla y camine hacia la puerta, antes de cerrarla, me detuve un momento, voltee a ver al medico y le pregunte:
- Entonces, moriré siendo poeta?- A lo que respondió con la intención de darme ánimos
- Así es, pero serás el mejor.
miércoles, 6 de mayo de 2009
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