lunes, 25 de mayo de 2009
A ti
El sol de otra mañana aparecía en la ventana, de pronto, al girar mi cabeza y ver el resplandeciente hilo amarillento que lo caracteriza, recode que ahí habías estado, que por ahí habías pasado, tan sutil, tan agresiva, tan poética. No hice un gesto mayor que sonreír y recordar lapsos aleatorios; camine hacia la cocina para tomar un baso de agua y regrese al escritorio para desarrollar una idea que me llego a la mente, comencé a escribir pero una corriente de aire frió recorrió mi espalda, tome mi camisa del suelo y entonces regresaste; tu perfume aun latente se encontraba impregnado en esa prenda mágica, la camisa me apretaba, me arañaba la espalda, mordía mis labios, gritaba mi nombre, jalaba mi cabello, jadeaba y de pronto, permanecía apacible, meditabunda, concentrada. Moribunda. Mis manos temblaban y un sudor calido recorría mi frente, sentí que me abrazabas por la espalda y besabas mi oído derecho, me deje caer hacia atrás, en un salto en picada al pasado, caí sobre la alfombra y tu sobre mis sueños.
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