sábado, 3 de octubre de 2009
Ideas públicas
En vista de que la suerte con que hurtaba la camioneta de mi madre cada tarde se me había terminado, salí veinte minutos antes de lo normal de mi casa para tomar el transporte público, como en cualquier situación cotidiana de mi vida, el camión paso a lo lejos unos cuarenta segundos antes de que yo llegara a la parada, así que me vi obligado a esperar otros veinte minutos hasta que llegara el siguiente; cruce la calle para posarme bajo la amplia sombra que ofrecía una tienda de zapatos y comencé a observar lo que tenía tanto tiempo sin ver; podía distinguir la prisa con que algunos viajaban para poder llegar temprano a sus trabajos, sin otra cosa en su mente que repetirse una y otra vez, ya voy tarde, ya voy tarde, lo cual les daba un aspecto de distracción mezclado con simpática estupidez, en contraste a eso, se podía ver la calma con que otros caminaban, ya camino a casa, sus pasos eran mas enérgicos, pero sus rostros agotados y felices a la vez, una rara mezcla de expresiones pero si se mira fijamente el tiempo suficiente es fácil identificarlo. Llego el camión y me subí recordando los no tan viejos tiempos en que lo hacía a diario, me acomode, como de costumbre, en el asiento mas alejado al conductor y comencé a visualizar el recorrido, dándome cuenta que nada a cambiado en la ciudad, o al menos en mi colonia, reconocí a algunos pasajeros que veía diariamente y pude ver a otros meramente desconocidos, aun que para ser sincero no conocía a nadie; disfrute cada segundo del camino en aquel lugar donde se pueden encontrar los aromas mas ricos expedidos por el suave perfume de una hermosa mujer, o los mas desagradables provenientes de algún vagabundo; donde puedes ver a una niña sentándose dos asientos frente al de su madre marcando su cercana independencia o a algún raro personaje tocando la guitarra para ganarse la vida; no recordaba la inmensa variedad de personas, colores, fragancias y situaciones que en un corto recorrido se pueden vivir si se pone la suficiente atención. Ya cuando me baje, camine sin prisa hacia mi salón de clases y solo una idea cruzaba mi mente, la excitante idea de, al siguiente día, volver a tomar el transporte público.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

4 comentarios:
Aaaaa...así es las experiencias que uno puede vivir en un camión, taxi o tren son increíbles...llega el momento en q ya reconoces las caras q a diario encuentras q aun sin conocerlos una mirada o una sonrisa d una de ellas t cambian hasta el animo...A veces es sorprendente lo enriquecedor q puede llegar a ser lo q en ese trayecto nos llega a suceder...
Me da gusto q hallas vuelto a escribir...Entre curso y curso no descuides tanto tu blog.
Saludos..Nans
en estas ocaciones "publicas" permiten tocar los aspectos màs humanos de los pobladores de una ciudad, caras y objetos, olores y gestos propios de cada uno de los pertenecientes a "la fauna" e este sitio,..
una cosa ha cambiado en los ùltimos tiempos y es la presencia de los telefonos mòbiles que permiten un mayor aislamiento del individuo, que con el solo apretar un botòn se siente menos solo en medio de la multitud...,
*creo que sea un tema para un desarrollo sucesivo*
saludos
Blas
Mi estimada Nans asi es como lo dijiste, es bastante enriquecedor tener encuentros con uno mismo dentro de un lugar público es interesante registrar esos momentos.
Saludos
Asi es mi estimado Blas, creo que la tecnologia en lugar fomentar la unión entre las personas, en ocasiones parace lo contrario, el total aislamiento de las masas, lo bueno es que podemos aprovecharla por medio de los blogs para tener contacto con personas como nosotros, empeñados en la unión de ideas guiadas por el medio que sea necesario, como siempre un gustazo ver tus letras por aqui.
Publicar un comentario